Antonia de los Santos, Toñi, como la conocen sus amigos, tiene una carrera importante como bailaora a sus espaldas. Ese currículum y sus ganas de enseñar su arte, la llevaron a abrir su propia academia, a la que bautizó con su nombre, hace ahora 25 años. “Fue en la calle San José en 1992 y aquí seguimos desde entonces, aunque parece que fue ayer, porque la ilusión y las ganas no han cambiado desde entonces”.
Son varias generaciones de bailaoras las que han pasado por las tablas de su academia. Y es que, veinticinco años dan para mucho, hasta para perder la cuenta de las personas a las que ha enseñado. “Es muy difícil ese dato, aunque sí puedo decir que ahora que llevo a mi niña al colegio, coincido con madres de sus compañeros de clase que fueron alumnas mías”.
Quizás fruto del tiempo, que es importante, pero sobre todo, de su arduo trabajo, en la actualidad goza de mucho renombre en la localidad y fuera de ella y de una popularidad ganada a golpe de tacón sobre los escenarios. “La clave es el trabajo, el ensayo, a diario, sin importar fines de semana o festivos, hay que seguir trabajando porque siempre se puede mejorar”.